viernes, 20 de mayo de 2011

TENEBROSA LUCINDA

La noche caía lentamente con sus dedos violetas de crepúsculo.
El final del día para muchos,para mi tan solo el principio.El frescor vigorizánte
 de Nueva Inglaterra fluía como seda a través de mi piel.
Aire de Masachúsets.Más fresco que el de Nueva York; mucho menos cargado
para mis sentidos Pero incluso aquí,en Berkshire Hills,seguía habiendo muchos. Ellos eran mucho,¡ Y nosotros tan pocos! Los latidos de mi corazón eran como el goteo de mil grifos estropeados. Solo yo era consciente de esos preciosos latidos de vida, como un tamborileo de fondo constante. Consciente de lo que yo misma ya no poseía.
Mi corazón latía. Yo no respiraba. Y aun así, caminaba y discurría entre ellos, pero no era uno ellos. Aparte. No viva si no muerta.